La tarde del sábado 22 de junio, familiares, amigos y colegas del gremio periodístico se dieron cita para rendir un homenaje y marcha para exigir justicia a las autoridades tras haberse cumplido 20 años del impune asesinato del editor del periódico el Zeta, Francisco Ortiz Franco.
El país inclinado a la izquierda, pero con un lado más oscuro en la derecha, tiznado para parecer más moreno, “¿Me explico?” donde hartos del PRIAN, tiramos nuestra voz con fe ciega, donde todo está bien, aquí no pasa nada, abracitos porque los balazos no existen.
El propósito de Angelica, la coleccionista de imágenes, como ella misma lo menciona, es que, aparte de cubrir el evento para estas familias, era contarnos la experiencia de cómo viven y festejan los mexicanos al otro lado del muro.
Pensamos que nunca nos iba a tocar pero es natural, por más que nos pese, vivimos en punto estratégico para distintas organizaciones.
Y fue distinto al Culiacanzo porque Tijuana es la joya de la corona para todos ellos y, aquí, la disputa es otra.
—¡Quiero unos pulpitos! —dijo la nena.
Tenía diez años. Sabía que si pedía de comer dejarían de pelear.
Pero cuando ya no hubo gringos oyendo, luego de algunos me dice y que agarro y le digo y le dije después, brindaban la pista de algún baile en el Cajón, California…
Mujer come mujer para verse más delgada. Es decir, sin argolla no hay boda, nobleza masculina, ni madre de familia.
A la vieja la perdí dos semanas en Tapachula para hallarla
en Tijuana diez años más vieja y preguntando:
¿Cómo podría salvarnos llegar a los Estados Unidos de América?
Howard visitaba Tijuana por lo menos dos veces al año. En ambas asesinaba. Era uno de los técnicos encargados de la sección californiana…
por Jonathan H. Padilla Naranjo Vaya palabras tan estereotipadas. Un par bastante elocuente y particular, aunque no me preguntes, parecieran … Más
Parqueadero cultural 