Si algún día uno pasa al umbral, ese lugar entre lo vivo y lo muerto, me gustaría pensar que lo primero que oiría sería La Bande-Son Imaginaire. Un freak show fantasmagórico: maquillaje como cadáveres andantes, sombras que nos gritan desde atrás, ese lado espectral y sublime. Esa estética es la esencia de lo que hacen.

Desde la primera vez que los vi, supe que era más que un concierto. Hoy La Bande ya no es un proyecto nacional: su promoción digital es sólida, su vínculo con el público ha crecido y su alcance se nota. No es casualidad que hayan lanzado un nuevo álbum con más ambición que— “La Muerte en Vintage” (2021) fue punto de inflexión. Luego vino Synthesizer Magazine (2024), que replantea su propuesta musical, también arte audiovisual, diseño editorial y literatura bañado en poesía/simbolismos.
Abrieron conciertos para Till Lindemann (vocalista de Rammstein) en 2024. Eso les dio una visibilidad que conectó con otra escala, en efecto su debut en Europa en Double Dare Fest, Bélgica este mismo año.



La Bande ha tenido presencia en Teatro Metropólitan, Ciudad de México. El 5 de septiembre de 2025 y por ahí vi que lograron flotar como las almas en pena que son, asustando, acechando… son unos espirituados.
En Tijuana el recinto se iba llenando rápidamente. Las bandas invitadas funcionan como preludio necesario. Plena Pérdida abre la noche con sonidos y poesía que calman la espera. Me dio nostalgia reconocer la voz de su vocalista porque, sí, ya la había visto antes en otra apertura del mismo del concierto anterior pero con otra banda. Después Ego Bliss genera inquietud: su propuesta es clásica, dinámica, Si son de Tijuana, valdría mucho seguirlos.











Cuando sube La Bande, el escenario… La puesta en escena. Voces, sintetizadores, violín, luces, máscaras, máscaras que flotan, gestos con togas… DISCO. Las canciones nuevas salen, el público sigue los beats. “Mexican Wave” no aparece — fue omitida en el set — y eso se siente, pero la banda lo remedia con Chez toi, A gogoth, Magnétique y Macabre… MACARIO todo estalla en el sintetizador junto con el elegante violín.
En mis oídos, la integración cultural de esta banda se materializa: cultura indígena mexicana, poesía, cine, literatura, teatro, simbolismos góticos. Esto no va de “moverse con el micrófono y contonearse”. Acá hay performance dentro del performance: silencios con intención, “solos”.Cada gesto desgarrante de los rostros, cada visual, habla de identidad y de raíces.









Al igual que una ola, el piso se movía de tal forma que pensé que casi cedía. Las luces hicieron su parte para la escena. La Bande-Son Imaginaire convierte el concierto en inmersión, la gente danzaba; acá se construye una fiesta espectral que uno reconoce desde el imaginario del realismo mágico, como si de pronto los personajes de Macario se colaran por el escenario y solo faltó el guajolote. Y sí, me quedé con ganas de escuchar “Cthulhu” (Lovecraft rifa); fue la única que extrañé.
Por la manera en que han ido creciendo, no me cabe duda: La Bande-Son Imaginaire seguirá subiendo, expandiéndose, con más colaboraciones y más videoclips.
















Cierro con lo que para mí; visualmente me siguen ganando. Me deja estas imágenes que están volviéndose mis favoritas. Y lo digo tal cual porque así lo sentí: si algún día cruzamos el umbral, que suene La Bande para recibirnos.
Gracias a Bang Bang Productions y Black Box por apoyarnos con el acceso.
Fotografía y texto: Luis Gutierrez.
