
Foto galería Alonso Díaz De Anda
En el barrio bravo de Tepito (Ciudad de México), cada primer día del mes, decenas de personas se congregan en la calle Jarciería, con rumbo hacia la calle Alfarería, para darle visita al altar dedicado a la Santa Muerte.
Al igual que en la religión católica, la práctica del culto es similar a otros santos como cuando se visita la virgencita. En este caso, las personas hacen “mandas” hincados o cargando en sus espaldas la figura esquelética sobre sus espaldas, para pedirle favores y/o agradecimiento por sus milagros.



Los creyentes tienen la costumbre de entregar ofrendas a la imagen, como si de un ser vivo se tratara. Comida, bebida y cigarros son algunos de los elementos que llegan a los pies del altar.
En esta práctica se manifiesta lo heterogéneo en los participantes, jóvenes y adultos mayores de distintas clases sociales, sin embargo, en su mayoría son devotos que sus vidas rondan en la precariedad y en un constante riesgo hacia su persona.



La limosna no es obligatoria, después de pedir por salud, trabajo, un buen porvenir y dedicarle un rezo el ritual continúa, se transforma en una celebración donde se regalan y comparten bebidas alcohólicas, marihuana y como acto de unión, con el humo exhalado del cigarro bañan las estatuillas en señal de bendición a sus compañeros de fe.




A la orilla de las banquetas se postran las muertes en exhibición, mientras disfrutan del mariachi que toca hasta dos horas gratuitamente. El festejo principal es el 1ro de noviembre y se espera que este año sea una celebración masiva.
Texto: Luis Gutiérrez @luisgtz2190
Fotografías: Alonso Díaz De Anda
